Primeras comuniones y catequesis
Una primera comunión es un ritual sacramental de la Iglesia católica, por medio del cual una persona, generalmente menor de edad, participa por primera vez del sacramento de la Eucaristía recibiendo la comunión (recibir el cuerpo y la sangre de Jesucristo), siendo un requisito obligatorio haber recibido antes el sacramento del bautismo y el de la penitencia o confesión.
Es practicada generalmente por niños de entre siete y doce años, generalmente de forma colectiva, aunque es aceptado en dicha religión que una persona celebre del rito a cualquier edad, siempre y cuando reciba preparación previa al sacramento y cumpla con los requisitos.
La ceremonia tiene lugar en torno a la celebración eucarística, y en todos los casos debe ser oficiada por un sacerdote. Mientras que en la Iglesia ortodoxa la comunión se da por vez primera a los niños tan pronto han sido bautizados, en la Iglesia católica la primera comunión se da a los niños a partir del uso de razón.
Si bien se puede considerar la última cena que Jesucristo celebró con los Doce Apóstoles como el origen de este ritual, la «primera comunión», como acto ceremonial y sacramental, tiene su origen en el siglo XIII, específicamente en 1215, cuando el Concilio de Letrán decidió que solo los menores que hayan alcanzado "la edad de discreción, entre doce y catorce años, podrían recibir este sacramento
Durante el siglo XIII y el siglo XVII la primera comunión fue un acto que pasaba desapercibido socialmente, pues los niños no eran vistos como sujetos relevantes al interior de la sociedad medieval. Solo fue después de la Contrarreforma que tomó importancia la ceremonia, como respuesta a la reforma luterana que desde sus inicios valoró mucho más a los menores y, por consiguiente, se convirtió en un evento importante en la vida de las personas
Durante el siglo XX la Primera Comunión se consolidó como una ceremonia muy relevante en la vida de los católicos. Un estudio realizado en 1995 entre personas católicas mayores de 50 años encontró que el 90% de los entrevistados recuerda su primera comunión como uno de los actos o momentos más importantes de su vida y el 65% de ellos aún conserva al menos una fotografía de este momento.
No cualquier persona puede recibir el sacramento de la Primera Comunión; existen varios requisitos previos para poder participar de este ritual.
En segundo lugar, es necesario recibir una preparación adecuada, por ello la Iglesia católica organiza cursos de catequesis, que consiste en enseñar y evangelizar a los niños o adultos para que lleguen a la comprensión de este sacramento. En la mayoría de los casos la persona responsable de preparar a los candidatos a la primera comunión es un sacerdote ordenado o una religiosa ordenada; no obstante, cualquier laico puede hacerlo, siempre y cuando esté autorizado por un sacerdote.En primer lugar, es necesario pertenecer a la religión católica y haber recibido previamente el sacramento del Bautismo, el cual generalmente se práctica pocos días después del nacimiento.
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En tercer lugar, es necesario participar del sacramento de la Penitencia o confesión, mediante el cual, ante el sacerdote se confiesan todos los pecados cometidos a lo largo de la vida, luego el religioso le otorga el perdón divino y le impone una penitencia, que generalmente consiste en elevar una plegaria. Algunos pecados muy graves como el profanar la Eucaristía o el escuchar confesiones y divulgarlas junto a la identidad del penitente solo pueden recibir el perdón del Santo Padre. Es obligatorio haber recibido el perdón del Sacerdote para poder participar del rito de la Comunión.
Finalmente para poder participar del sacramento debe inscribirse la solicitud ante una iglesia, parroquia o institución educativa católica, quienes se encargarán de todos los aspectos legales y logísticos que demanda la ceremonia.
Consecuencias
La Primera Comunión es un acto de fe en la vida del creyente en Jesucristo que condiciona una serie de compromisos futuros para el comulgante, siendo el principal, seguir participando del sacramento de la Comunión y por consiguiente de la Penitencia (Confesión) tantas veces como le sea posible. Igualmente se espera del creyente que todo sus actos estén en concordancia con la fe católica y que los actos de su vida honren la comunión alcanzada con Jesucristo.
Igualmente el comulgante se debe comprometer a cumplir con los Mandamientos de Dios y obedecer los dogmas de la fe cristiana y particularmente de la Iglesia católica.
Años más tarde, cuando el católico alcance una mayor madurez física y espiritual, deberá participar del sacramento de la Confirmación y cuando decida compartir su vida con otra persona, deberá hacerlo mediante el sacramento del Matrimonio, consagrando a Dios la unión conyugal.